es bien sabido el lugar de un poeta;
puede asombrarnos como una tormenta,
o morir joven, o vivir solo muchos años,
o ir hacia adelante como un húsar.
Pero él debe salir de su don infantil
y aprender cómo ser sencillo y desgarbado,
cómo ser uno al que nadie pensaría en
recurrir.
Pues, para lograr su más ínfimo deseo,
debe ser el todo del tedio, sujetarse
a quejas vulgares como el amor, ser Justo
entre los justos, puerco entre los puercos
también, y en su propia persona, si es que
puede,
acumular con celo los errores del hombre.
W. H. Auden
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