en el límite justo de las olas.
El color de su piel toca la espuma.
El caracol aprende sus palabras.
La niña camina por el bosque
con agujas de pino entre los labios.
Pasa un rumor de plumas en silencio.
Una pared de niebla se levanta.
La niña camina por la selva
con los ojos cerrados y las manos abiertas.
En sus dedos hay flores de Inglaterra.
En sus ojos hay tigres de Bengala.
Francisco Hernández
Periódico de Poesía, UAM-UNAM, núm. 1, mayo-junio de 1987
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